jueves, 29 de marzo de 2007

Una noche en el hampa

No pago el rescate, no cedo, no quiero. Me enfurruño, enseño bigote. Me escondo en este gabán nórdico de manga demasiado ancha y resurjo de nuevo envuelta en gabardinas ceñidas de gángsters y actrices. Vivo en el blanco y negro de este edificio sin telefonillos, sin salidas traseras ni escaleras de incendios. Vienen a buscarme, ellos, los sueños remotos de pantone dorado, hoy pesadillas de vino agrio y crimen organizado. Cicatrices, zapatos, betún y colillas. Demasiada brillantina para pensar en ideas. Un cuarteto de fundas de violines entona la sinfonía de mi propia desgracia. Yo misma susurro a las cucarachas asistentes que las notas son armas, que rápido, que fuera. Pero ya nadie me oye, están secos de escucha y la ley les hostiga. Ley seca de tintos y contrabando de cacahuetes, ley tonta que nubla la mente de los listos. Me nubla y despista, ¿qué es esto?, ¿Chicago? Me busco en un mapa de cine americano y me hallo entre malvados y camerinos, Luigis y maleantes. Aquí en medio desnuda, con una gabardina que no es la mía y carmín desparramado en el contrato. Me obligaron, señoría, yo no quería. El fiscal del distrito ríe espaguetis y el tribunal me mira, caras blandas de sabueso babeante. Una rubia llora mi nombre y pienso que, bueno, al menos es guapa. La defensa suda papeles y el fiscal, ya gordo, pide a la rubia que le afeite el entrecejo. La carcajada destroza la secuencia de montaje, ¡culpable!, ¡culpable!, ¿a ver qué carai hace ésta en Chicago? Una metralleta aúlla sentencias de pena de muerte, de pena de pena. La gabardina me achucha y Luigi se marcha. Compasión, señoría, de verdad que no quería, yo sólo soñaba con una noche en el hampa.

martes, 27 de marzo de 2007

Versiones y caminos


Hay tantas versiones como personas y tantas personas que no se puede ni andar por la Gran Vía sin resoplar. Pero ¿quién tiene la razón?, ¿el que lo cuenta primero? Ya nadie se acuerda de quién es la réplica y quién el original, si es que queda algo o alguien original. Una frase, mil traducciones. Un hombre, cien mil clones. Una excusa…definitivamente, no hay excusas originales. Ya no importa el mensaje, todo depende del emisor y del receptor y del intérprete y del del quinto.
Os dejo unas cuantas versiones y otras tantas versiones de versiones, espero que generen multitud de impresiones, en esta Gran Vía de baldosas amarillas hay lugar para todas.






sábado, 24 de marzo de 2007

Siempre


Me ha costado mucho volver y ahora no pienso en nada más que en quedarme. En este tiesto, en esta ciudad, sentada en tus rodillas, en cualquier rincón con cualquier alguien que me haga confiar en la palabra siempre. Hay que ser valiente, sí, pero todo el rato. Dejar de huir, ese es mi propósito. Aquí estoy para lo que queráis, ni condicionales ni adversativas. Siempre es la palabra y vuestra mi butaca.