Descongelando corazones para cenar, estaba hambrienta del aroma que despide la sangre cuando eres libre.
Ya sólo me queda rascar con las uñas el gotelé y empapelar de nuevo con flores esta caja torácita mía medio anquilosada.
Me sacio y me basto y es estonces cuando más te quiero, cuando sé que mis venas ya no te necesitan.
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