lunes, 17 de septiembre de 2007

Chorreando libertad

Descongelando corazones para cenar, estaba hambrienta del aroma que despide la sangre cuando eres libre.
Ya sólo me queda rascar con las uñas el gotelé y empapelar de nuevo con flores esta caja torácita mía medio anquilosada.
Me sacio y me basto y es estonces cuando más te quiero, cuando sé que mis venas ya no te necesitan.
Image by Btoy

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Todo el mundo tiene que aprender algo

Hará tres años, calculo yo así a lo bruto. Un comedor pintado de lila, un sofá incómodo y migas en las juntas. Mucha niebla. El gato, mis amigas de siempre y el novio de alguna de ellas, uno de esos que ya son ex y con el que habremos fantaseado tantas veces en mandar de cabeza a una isla: la isla de los ex. Nunca hemos acabado de decidir qué ex sobreviviría a los demás, el más caníbal, el gran señor de las moscas; hoy la disputa probablemente se reduciría a un par de ellos, ex perversos que como mínimo nos sirven para ahogarnos de la risa en las noches de buenas migas y juntas.
Ese ex cualquiera de mi amiga de siempre trajo una peli y yo apoyé la cabeza en las rodillas de alguien borroso, de nuevo la niebla. “Todo el mundo tiene que aprender algo...” decía la canción que sonaba, yo me quedé dormida y soñé que ya aprendería otro día.

Tres años más tarde, día arriba mes abajo. Un comedor pintado de amarillo, un sofá blandito y migas en las juntas, putas migas de siempre. No hay ni niebla, ni amigas, ni ex, sólo el gato que apoya su cabeza en mis rodillas y sueña que aprende a hablar. He comprado la peli, la que no pude ver entonces, la he visto y me he dado cuenta de que era hoy cuando debía verla. Hoy la entiendo, hoy puedo aprender de ella y me parece una brillante astucia del sueño el que me obligara a caer la primera vez.
“Maybe in Montauk”, los protagonistas de la película se encuentran allí, en la puntita de Long Island, ese rincón que Lorena y yo hicimos nuestro y que significó una laguna de tranquilidad en medio del frenetismo de nuestros días neoyorquinos.
Barnes & Nobles es la librería donde la protagonista trabaja y donde le reencuentra a él. Es también la librería en la que escribí todo mi repertorio, lo leí, lo releí, lo borré y lo escribí de nuevo, la guarida perfecta de Union Square para los tantos días de lluvia.
Además los dos protagonistas se someten a un borrado de cerebro para olvidar los recuerdos referentes al otro. Y yo juro que ahora entiendo esa necesidad de amnesia, hay veces que es imposible seguir con tu vida hasta que te inventas una laguna, una guarida de la lluvia.


“Brillo eterno de la mente inmaculada”, hoy lo entiendo todo y aprendo que esta vez me tocaba vivir antes para ser capaz de aprender después.

martes, 11 de septiembre de 2007

Sólo un mordisco más...


Así es como me quieres, gratuita y sin pepitas.

Me ensucio las mejillas de repetirte los mismos versos,
Te estrujo hasta el corazón y ni un gemido sale.


ÉL: ¿Tanto te gustan las manzanas?
BLANCA: Tanto.
ÉL: Yo prefiero las frutas exóticas.
BLANCA: Ya.... Prueba ésta, si no te gusta no insisto nunca más.

Y mientras el veneno baila por tu cuerpo serpenteante,
yo lamo los restos de este amor en balde.
...a lo mejor alguien pensó que podía extinguirse...

domingo, 9 de septiembre de 2007

De chicas y profesiones, II parte

Es entonces cuando llega el momento decisivo de la lucidez femenina: los príncipes azules las miran a todas y no hay una profesión más perfecta que las demás. A mí me llegó la revelación un martes o un miércoles de esos insulsos, ante un panqueque de dulce leche. Lo vi claro, ya no necesitaba más ibuprofeno, las profesiones iban a ser las que me escogieran a mí, en mis manos tan sólo quedaba la capacidad de decir que no y el placer de dejar aquellos trabajos que me hicieran infeliz. Lo demás, mejor seguir soñando y creer en la justicia cósmica que en los clasificados. No es que piense que esperar el milagro mientras te aplicas laca de uñas color burdeos es la opción definitiva, es simplemente que no merece la pena morir de jaqueca por ello. Las cosas pasan y aunque escojas un camino y trabajes duro, cosa que no hay que dejar de hacer, siempre habrá señales que te hagan cambiar de destino cien veces. Importante: hay que hacerles caso a las señales de tráfico, a todas menos al Ceda el Paso.
Es en ese instante, cuando has ingerido tanto dulce de leche que estás segura de que tu barriga va a convertirse en una especie de cojín de plumas, el instante en el que el ¿dónde? pasa a ser el debate relevante. Voy a ser lo que el destino me depare pero ¿dónde?, quiero seguir creyendo que el dónde está en mis manos.
¿Irse o quedarse?, ¿seguirse yendo o quedarse en alguno de los dóndes a los que me he ido o vuelto o vuelto a irme y a volver?, ¿quedarse o irse por alguien o meterlo en la maleta y pensar juntos en un dónde?
Pienso en los dóndes y me doy cuenta de que es lo único que siempre he decidido yo. No sabía qué carrera estudiar pero sí el dónde estudiarla, no sabía qué beca pedir pero sí el dónde cursarla, no sabía si merecía la pena dejarlo todo por un trabajo de cuatro meses pero era en ese dónde en el que habitaba lo que yo buscaba en ese momento…siempre reflexiono el próximo dónde durante meses y al final acabo sorprendiéndome a mí misma tomando la decisión de repente, sin apenas pestañear. Me sorprendo tanto que ideas como velar las tumbas de Gauguin y Jacques Brel en la Polinesia francesa o pulirles los cuernos con betún a los renos de Laponia no se me antojan rocambolescas en absoluto. Pulir cuernos y tomar café los jueves con el abuelo Joulupukki, mmm, ¿tendrán dulce de leche en Laponia?
Total, que tengo claro que antes viajera que Lupe desgarrada. Cuando ya no hay nada que ofrecer, es mejor la maleta que la hemorragia. Empezaré a pensar en el próximo destino para acabar optando por todo lo contrario, como siempre…aunque esta vez, esta vez a lo mejor compro dos billetes de ida, quién sabe, yo sólo decido el dónde…

martes, 4 de septiembre de 2007

Perla Suárez & me

Me he cosido el bajo del pantalón con la funda del sofá, sin querer. No sé en qué estaría pensando, en hilos o botones no, eso está claro, pero tampoco en ella, no, no, en ella tampoco, seguro. Y ya basta de tener la tele encendida para sentirme acompañado, hombre…me digo algunas veces…aunque…bueno…a lo mejor es que no es cuestión de soledad sino que ya me he acostumbrado y no me gusta nada el silencio, claro, sí, sí, será eso, seguro. Que ya me lo dice María “venga gordo, que tú vales un imperio y haces clack”, ella hace así clack con los dedos, chasqueándolos, y moviendo la cabeza de un lado a otro a la vez en plan Latoya, “y haces clack y te las llevas a todas de cajón”, de cajón dice, “que vamos, estás hecho tú un buen perla”. Y yo pienso que perla es justo como la llamaba a ella, no a María sino a la otra, Perla o Perla Suárez, según si estábamos en plan tiernos o en plan risas.
Y al final va y sin querer, al final estoy pensando en ella y en los motes que…joder, y el bajo con la funda que no hay manera de quitar el hilo éste que ni sé dónde debía comprarlo de lo chungo que parece. Ahora suena el teléfono, mierda, y yo atado a la funda del sofá. Bueno, seguro que es María, volverá a llamar. A veces pienso que suerte de María, que suerte tengo de tenerla como amiga, que sin su clack y su Latoya yo no sé como hubiera superado esto que vamos, que ya tengo del todo superado, vamos, del todo y más, que lo llevo de cajón.
Image by Carmen Segovia