sábado, 21 de abril de 2007

La importancia de una col

Cuando me contaste que en tu isla las coles eran gigantescas me paré a pensar en la relevancia de las cosas que nos rodean y en lo poco que nos fijamos en ellas. Las obviamos por completo, dejamos de preguntarnos el por qué de su naturaleza y su apariencia. Coles gigantescas tras las que esconderse, hojas de col para envolver un regalo de cumpleaños… qué exótico lo exótico y cuan nimios los detalles de nuestro decorado cotidiano.
Miro por el balcón y me encuentro con los castaños de indias de la plaza floridos. Me parece tan normal y me olvido de que hace apenas una semana no eran más que cuatro palos mal puestos a la espera de los pises de los amables perros de Malasaña.
Un padre se pasea con su hijo y ambos llevan la misma camisa, diferente tamaño, misma rayita verde y amarilla. Lo pienso y me abochorno. Les parecerá una gran idea, qué más da que Zara atente contra la emancipación del individuo. Qué importa que el niño se llame Rodrigo como así se han llamado los hombres de la familia tras más de cinco generaciones. Ni se nos ocurre preguntarnos si es buena idea o si el niño tendrá secuelas y ya tenía suficiente con tener un padre hortera.
Y lo recapacito y todo me parece increíble. Es increíble que mi gato sea a rayas, que no hablamos de una camisa sino de ser rayado, ni blanco ni negro, ni aguas ni manchas. Rayas. Y ni me creo que dos de mis amigas acaben de ser madres y hayan expulsado seres vivos hermosos desde sus mismísimas entrañas. ¡Que estamos hablando de seres que se mueven y emiten soniditos! Y oye, tan natural. Y a nadie le extraña que la gente apenas choque por la calle, con la cantidad de extras que somos, y que unos cacharros llamados semáforos controlen como regidores la mis en scène.
Nos parece todo tan obvio que no nos paramos a pensar en los axiomas que estamos dando como válidos.
Y perdón por ser pesada pero no es normal. No es normal que con un huevo y un poco de aceite se haga una mayonesa. No es normal que a un tipo se le ocurra inventar el monopatín o que de repente alguien decida que este año se llevan las camisetas palabra de honor.
Hoy me maravillo del poco rato que empleamos maravillándonos, de lo aburrido que es todo cuando ya nada te sorprende. Y con lo raras que me parecen de repente las cosas que me rodean, ya me empiezan a convencer las coles mutantes de tu isla recóndita. Visto lo visto ni la fantasía es tan fantástica, si concebimos la mayonesa como algo indiscutible pues, chica, todo vale. Puestos a no cuestionar, me pido un gato rollizo como vecino que se ampare de la lluvia bajo una enorme hoja de col. Un Totoro para mí sola, ¿qué pasa?, ¿acaso es menos raro que en una familia todos se llamen Rodrigo?
Lo que son las coles y las cosas, qué anómalo todo y qué genial a la vez. Creo que por puro absurdo hoy va a empezar a gustarme el fútbol.

1 comentario:

La niña del agujero en el corazón dijo...

a mí cada día me sorprenden más cosas...

tenemos mucha suerte de ser así.

Me gusta tu blog.

:-)