miércoles, 22 de agosto de 2007

De siesta en tus cauces

Me alegro de haber vuelto a tus baldosas, de oler de nuevo tus paredes humeantes, de que la ermita aún sea tan blanca y el mar me recuerde que un día pertenecí.
Hago el muerto en tus aguas hasta ahogarse los castigos, la cara se tensa en forma de pandereta, que todos a coro, ¡juntos!, ¡arriba!
Al fin descansan las ideas de ajo, suspiros y balsas para mis armaduras, pues ya merecían delantales y caldos. Los belfos hambrientos de ganas de tumbarse bostezan nudos de perlas y valvas de sosiego. Que ni tú ni yo estamos para siempre pero este baúl bien podría no moverse…
Busco tu cuerpo de muelles, me quito pendientes, me arranco los ojos y dejo caer mi cuerpo indolente en el gozo de la víspera, la mañana larga y el mediodía versátil, la tarde que canta el pasado no es nunca con ritmos sumisos y olivos de fondo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bonita.

Anónimo dijo...

Mis suspiros cruzan aires somnolientes entre abrazos y fulares de seda...

Lola García dijo...

Qué puedo decir...
Simply genius.