viernes, 27 de julio de 2007

En el atolón Sudoeste

Javier decidió dibujar un croquis de lo que creía sería el ingenio mecánico que le llevaría de expedición a los demás atolones. El del Noroeste no podía estar tan lejos, pues desde el suyo conseguía divisar lo que parecía el perfil de una chica haciendo piruetas. Cogió un papel arrugado y escrito por la parte de atrás y se puso a buscar algo con lo que escribir. Hacía tanto tiempo que no escribía ni dibujaba nada que se sorprendió de no tener ni idea de dónde buscar un lápiz o un boli o tiza o qué sé yo. Tanto registró rincones olvidados que dio con algo con lo que no hubiera querido dar.
Era el primer vinilo que le habían regalado, uno en el que Louis Armstrong cantaba con voz ronca y parecía estar a punto de expulsar a un espíritu bien malo de su interior. Fue su tío Tío quién le regaló ese vinilo. Hasta ese día, Javier nunca cayó en la cuenta de que no sabía el nombre real de su tío, pues cada vez que gritaba ¡Tío! siempre se giraba el mismo personaje con bigote. Tío tenía una papelería pero tuvo que coger la jubilación anticipada cuando la enfermedad se agravó. Padecía alucinaciones musicales. Escuchaba todo tipo de canciones en cu cabeza, primero un paso doble, después un villancico, el Bésame mucho versión Luís Miguel y el hit del verano, las encabalgaba como el mejor de los DJs, día y noche, todo el rato. Se volvió totalmente loco y llegó a arrastrar a su sobrino a la vorágine de la radiofórmula interna y perenne. Durante una buena época, el niño Javier no dejó de tararear el What a Wonderful Day de Louis Armstrong y la sintonía de un anuncio de muñecas que repetía ¡Qué buena pinta y para ti una cinta!. Encima eran temas que aborrecía y le daban ganas de dar cabezazos contra las farolas.
Un día estaba tan deprimido que se metió en el Metro. Se había pasado ya dos paradas de la suya cuando le despertó un Por su seguridad, esta estación está dotada de cámaras de videovigilancia. Le dio la impresión que estaba sumido en una escena de Blade Runner. Se sintió observado, utilizado, sometido. El futuro había llegado pero él todavía no estaba preparado para recibir en la ventana de su casa a un barco volador con pinta de restaurante chino. En su cabeza, una música techno insoportable firmaba convenios de colaboración con la asfixia y la claustrofobia. Imaginó que se estaban empezando a implantar chips en el cerebro a los recién nacidos para controlar sus movimientos, eran todos marionetas de hilos transparentes y ¡Él odiaba la ciencia ficción!. Ese día decidió que se iría a vivir al atolón Sudoeste. Aunque sabía que iba extrañar el aire acondicionado, ansiaba vivir en un islote prehistórico, instalarse allí con sus objetos más y ponerse más rojo que una toalla, roja.No se llevó el tocadiscos a la isla pero tenía una colección de más o menos 1.118 discos de vinilo. Los miraba por las noches y pasaba la mano por encima de sus portadas, tan suaves y frescas.

4 comentarios:

Lola García dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lola García dijo...

Pues visto que me dices que da igual, me atrevo a dejar un comentario.
Como ya te dije, te leo muy a menudo (siempre que hago un barrido de blogs, que es casi a diario) pero nunca sé qué dejar como comentario. Por algún motivo me dejas sintiéndome pequeñita (sin tinte negativo) y sin nada que decir que esté en sintonía con la belleza de tus palabras. Pero se acabó.

Bueno, bueno, y me ha encantado lo de "qué buena pinta y para ti una cinta" esa frase la decíamos mi hermano y yo cuando éramos pequeños siempre que algo nos gustaba, venía del anuncio de no sé qué muñeca (Rosaura??) y la adoptamos como nuestra. Aún sale de vez en cuando...je, je. Qué recuerdos.

Bueno, lo dicho. A partir de ahora me atrevo, y me verás por aquí muy a menudo.

Po cierto, la que ha eliminado el comentario anterior soy yo, que se ha publicado antes de que terminara. En fin.

Lola.

Elena Bort dijo...

¡lola!
qué alegría verte por aquí...

todavía me acuerdo del día en que me di cuenta de que yo era más alta que Rosaura, ¡menudo subidón!...y ahora que lo de ser adulto me parece un rollo...
¡¡bienvenida!!

La niña del agujero en el corazón dijo...

me gusta mucho como escribes
seguiré leyendo